Tensión en Paracho, Michoacán: comuneros de Aranza incendian patrulla y retienen camiones
evangelio | 15 abril, 2025

Una nueva expresión de descontento comunitario volvió a encender las alarmas en Michoacán. La noche del lunes, habitantes de la comunidad indígena de Aranza, en el municipio de Paracho, incendiaron una patrulla de la Policía Municipal y retuvieron varios camiones recolectores de basura, como parte de una protesta cuyas causas aún no han sido esclarecidas oficialmente.

Los hechos ocurrieron sobre la carretera Aranza-Cheranástico, donde los comuneros realizaron bloqueos y dirigieron sus exigencias a las autoridades locales.

Aunque no se reportaron personas lesionadas, las imágenes del vehículo oficial reducido a cenizas han dejando claro que la inconformidad había cruzado un umbral peligroso: el de la violencia directa contra bienes públicos.

En respuesta, el gobierno local suspendió de manera indefinida el servicio de recolección de basura en la zona, señalando que no existen condiciones de seguridad para que el personal continúe labores.

Aunque las autoridades no han emitido un posicionamiento formal, versiones extraoficiales apuntan a que los manifestantes estarían exigiendo la destitución del jefe de tenencia de Aranza.

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La figura, central en la representación comunal, habría perdido legitimidad entre algunos sectores de la comunidad, aunque los motivos específicos del reclamo siguen sin confirmarse.

El silencio institucional y la falta de un canal claro de diálogo han alimentado el terreno para este tipo de estallidos.

Quemar una patrulla no es un gesto simbólico menor: es un mensaje de ruptura, de hartazgo, y también de desafío al orden constituido. Es la manifestación cruda de una fractura social que ha sido ignorada demasiado tiempo.

Aranza no es un caso aislado. En Michoacán, la tensión entre comunidades organizadas y autoridades civiles crece mientras los mecanismos de interlocución se debilitan. Hoy fue una patrulla. Mañana podría ser el tejido institucional completo.

Paracho, con su legado de lucha, autonomía y organización indígena, vuelve a estar en el centro de un conflicto donde la exigencia de ser escuchados corre el riesgo de desbordarse, y donde la gobernabilidad parece pender, una vez más, de un hilo demasiado delgado.

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