La presidenta Claudia Sheinbaum pronunció hoy quizás uno de los discursos más completos y emotivos de los que se tengan registro en la historia reciente, sólo comparable a ese que menciona de Andrés Manuel López Obrador, del 6 de abril de 2005 frente a un proceso de desafuero.
“Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia”, dijo entonces el exjefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Esta mañana, en un arranque se memoria histórica, la mandataria se refirió a ese suceso que, dijo, “cimbró para siempre la lucha por la democracia”.
“Hoy lo decimos con certeza y sin temor a equivocarnos: la historia y el pueblo lo ha juzgado: Andrés Manuel López Obrador uno de los grandes”, le dice ya con la banda presidencial puesta, tras haber juramentado como presidenta de México.
Luego, lo ensalza, y tiene a bien comparar con Lázaro Cárdenas al autoproclamado juarista, sólo por ser “el presidente más querido”. Poca cosa no es.
“Aunque a él no le gusta que se lo digan, el mejor presidente de México. El que inició la devolución pacífica de la cuarta transformación de la vida pública de México”, le dice.
Hay gente de pie, los aplausos son más altos entonces. Hay sonrisas modestas que se dibujan en el rostro del exmandatario, quien tiene las manos sobre sus piernas, haciendo un puño, nervioso, sin banda, sin cargo, sólo con el apellido… pero qué apellido.
“Usted nos ha pedido en varias ocasiones no develar gustos ni poner su nombre en calles, avenidas, barrios o colonias, tampoco monumentos ni hacer grandes homenajes. La verdad que no hace falta, porque usted estará siempre donde solo residen los que luchan toda la vida, los que no se rinden, los que devuelven la esperanza y la alegría. Usted estará siempre en el corazón del pueblo de México”, dice Sheinbaum y el lugar se levanta en aplausos.
El primer bloque del discurso de la mandataria sirve como el último gran homenaje a López Obrador, el último abrazo, el último reconocimiento a la figura que puso los cimientos que hoy la tienen como la persona más votada en el cargo.
“Su último libro lo titula ¡Gracias!, y hoy le devolvemos el agradecimiento, profundas gracias, gracias, gracias por siempre. Ha sido un honor luchar con usted. Hasta siempre, hermano, amigo, compañero, Andrés Manuel López Obrador”, le dice y de nuevo, el recinto explota en júbilo. Él no, sólo agradece con modestia a la mandataria.
Quienes lo vitorean no es el pueblo, son legisladores. Lo sabe, pero levanta la mano en señal de agradecimiento.
Claudia entonces cambia el discurso y lo dirige hacia las mujeres: “El 2 de junio de este año, el pueblo de México de forma democrática y pacífica dijo fuerte y claro: es tiempo de transformación y es tiempo de mujeres”.
Para la presidenta, el 1 de octubre no sólo representa el inicio del segundo piso de la llamada 4T, sino la llegada de las mujeres al cargo más importante del país en más de 500 años, pasando 300 años de la Colonia y 200 desde que México es República.
Y lo dice y mueve otra vez el recinto: “Por primera vez llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación. Y digo ‘llegamos’, porque no llego sola, llegamos todas”.
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Decálogo del obradorismo
hace un recorrido por el pasado del país, pasando del México profundo al México independista. México es, dice, “de mujeres y hombres libres, que a lo largo del siglo XX lucharon por la democracia, las libertades, la justicia”.
En su discurso plantea la necesidad de que su gobierno pueda hacer el doble de lo que hizo López Obrador en el suyo, incluyendo un impulso a la ciencia. No es una afrenta, es un reto propio. Conseguirlo afianzaría al movimiento otro sexenio, de la mano del “humanismo mexicano”, que no es otra cosa que una forma distinta de llamarle al obradorismo.
Y enumera los principios de ese humanismo:
- Para que haya prosperidad, debe ser compartida o, dicho de otra forma, por el bien de todos, primero los pobres.
- No puede haber gobierno rico con pueblo pobre.
- Las y los gobernantes debemos ser honrados y honestos.
- El principio máximo de que la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
- Prohibido prohibir. La libertad es esencia de la democracia.
- El desarrollo y el bienestar del pueblo sólo pueden fortalecerse con el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales.
- Las mujeres tenemos derecho a la igualdad sustantiva.
- México es un país soberano, independiente, libre y democrático. Queremos la paz y la fraternidad de las naciones, y nos coordinamos, mas no nos subordinamos.
- La política se hace con amor, no con odio. La felicidad y la esperanza se fundan en el amor al próximo, a la familia, a la naturaleza y a la patria.
- Condenamos el clasismo, el racismo, el machismo y cualquier forma de discriminación. No es sólo un asunto de tolerancia, es el reconocimiento de que la profundización de las desigualdades llevará siempre a la injusticia. La fraternidad significa vernos a los ojos como iguales.
Madre, abuela, científica, mujer de fe y presidenta
Más adelante, enfoca su discurso como una declaración de feminismo:
“Dije que el pueblo fue muy claro al decir este 2 de junio, es tiempo de transformación y es tiempo de mujeres. Durante mucho tiempo las mujeres fuimos anuladas, a muchas de nosotras nos contaron desde niñas una versión de la historia, que no nos quería hacer creer, que nos quería hacer creer, perdón, que el curso de la humanidad era protagonizado únicamente por hombre, poco a poco esa visión se ha ido revirtiendo”.
“Hoy sabemos que las mujeres participaron en las grandes hazañas de la historia de México, desde diferentes trincheras y también sabemos que las mujeres podemos ser presidentas y con ello hago una respetuosa invitación a que nombremos presidenta con A al final, al igual que abogada, científica, soldada, bombera, doctora, maestra, ingeniera con A, porque como nos han enseñado, sólo lo que se nombra existe.
“Hoy quiero reconocer, no sólo a las heroínas de la patria, a las que seguiremos exaltando, sino también a todas las heroínas anónimas, a las invisibles, que con estas líneas hacemos visibles, a las que con nuestra llegada a la Presidencia y estas palabras hago aparecer, las que lucharon por su sueño y lo lograron, las que lucharon y no lo lograron. Llegan las que pudieron alzar la voz y las que no lo hicieron. Llegan las que han tenido que callar y luego gritaron a solas. Llegan las indígenas, las trabajadoras del hogar que salen de sus pueblos para apoyarnos a todas las demás.
“A las bisabuelas, que no aprendieron a leer y a escribir, porque la escuela no era para niñas. Llegan nuestras tías, que encontraron en su soledad la manera de ser fuertes. A las mujeres anónimas, las heroínas anónimas que, desde su hogar, las calles o sus lugares de trabajo lucharon por ver este momento.
“Llegan nuestras madres que nos dieron la vida y después volvieron a dárnoslo todo. Nuestras hermanas, que desde su historia lograron salir adelante y emanciparse. Llegan nuestras amigas y compañeras. Llegan nuestras hijas hermosas y valientes, y llegan nuestras nietas, llegan ellas, las que soñaron con la posibilidad de que algún día, no importaría si naciéramos siendo mujeres u hombres, podemos realizar sueños y deseos, sin que nuestro sexo determine nuestro destino. Llegan ellas, todas ellas que nos pensaron libres y felices.
“Y con todas ellas aquí en nuestro lado, llegan nuestros más grandes sueños y anhelos, llegan con nosotras el pueblo de México, hombres y mujeres empoderados, la transformación les devolvió la dignidad, la libertad y la felicidad y nunca nadie más se las podrá arrebatar.
“Soy madre, abuela, científica y mujer de fe. Y, a partir de hoy, por voluntad del pueblo de México, la presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos”.
López Obrador la mira, aplaude y sonríe satisfecho. Se trata de un mensaje poderoso: por un lado, se agradece y ensalza a la figura de un presidente querido; por el otro, marca una nueva forma de gobierno.
Se le escucha libre, se le escucha una voz nueva. La nueva voz del obradorismo.
Con ello, la presidenta se plantea mantener vivo el legado de López Obrador.
Se termina el obradorato, pero continúa el obradorismo.