Un devastador terremoto de magnitud 7.7 golpeó este fin de semana el centro de Myanmar, cerca de la ciudad de Mandalay, dejando a más de mil 600 personas muertas y una cifra estimada que podría superar los 10 mil según el Servicio Geológico de los Estados Unidos.

El terremoto, el más fuerte que ha afectado al país en más de un siglo, también provocó grandes daños en la vecina Tailandia, donde al menos 10 personas han perdido la vida en Bangkok, mientras que más de un centenar están atrapadas bajo los escombros de un rascacielos en construcción.

La tragedia ha movilizado a varios países vecinos para brindar apoyo a las víctimas. China e India fueron los primeros en enviar equipos de rescate, con un grupo chino llegando este sábado para comenzar las labores de ayuda.

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Por su parte, India envió un equipo compuesto por rescatistas y médicos, además de suministros humanitarios esenciales para atender la emergencia. Estos esfuerzos internacionales se centran en el rescate de sobrevivientes y la asistencia a las personas afectadas por la catástrofe.

El impacto del sismo ha dejado a la población en un estado de desesperación, mientras las autoridades locales luchan por coordinar las labores de rescate.

La comunidad internacional se mantiene en alerta y continúa colaborando en los esfuerzos para mitigar los efectos de esta tragedia, que ha puesto en evidencia las vulnerabilidades estructurales de una nación ya golpeada por conflictos internos y problemas socioeconómicos.