Desde su fundación en 2012 por Match Group, Tinder se ha consolidado como uno de los líderes indiscutibles en el mundo de las aplicaciones de citas.
Con un portafolio que abarca una decena de plataformas de matchmaking, la compañía disfrutó de un auge notable durante la pandemia, periodo en el que el distanciamiento social impulsó la búsqueda de conexiones en línea.
Sin embargo, la competencia en el sector se intensifica constantemente, y plataformas como Bumble, fundada en 2014 por Whitney Wolfe, una exempleada de Tinder, están comenzando a arrebatarle parte del mercado.
Bumble se diferencia de Tinder al empoderar a las mujeres en el proceso de ligue; en esta aplicación, son ellas quienes dan el primer paso y deciden si continúan la conversación o la finalizan.
Su propuesta de valor ha resonado especialmente, llevando a un crecimiento sostenido en su base de usuarios y a un mayor ingreso por millón de usuarios: 3.3 millones de dólares en Bumble frente a 3 millones en Tinder.
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Claudia Rampazzo, terapeuta de pareja y familiar, ha notado un cambio significativo en la percepción de las aplicaciones de citas, especialmente entre sus pacientes de más de 50 años. “Ya hay menos tabú en los jóvenes de decir que se conocieron en una app”, señala la doctora, resaltando la normalización de estas plataformas en la búsqueda de relaciones.
A pesar de que Tinder continúa dominando en más países, la creciente diversidad de aplicaciones ha llevado a una mayor segmentación del mercado.
Grindr, dirigido a la comunidad LGBTQ+, y HER, enfocada en mujeres lesbianas y bisexuales, son ejemplos de cómo el espectro de citas en línea se ha expandido.
Actualmente, el 28 % de los matches en Tinder proviene de usuarios entre 18 y 25 años que se identifican como LGBTQ+, y el 19 % de los que tienen 30 años o más.
Mientras algunas plataformas luchan por destacar en un mercado saturado, la diferencia entre la rentabilidad y el descenso de usuarios se define a través de las suscripciones de pago y los valores agregados que ofrecen.