Tlalpujahua: el pueblo donde la Navidad nunca termina
evangelio | 6 octubre, 2025

En Tlalpujahua, el sonido del vidrio soplado es parte del paisaje. A cada respiro de fuego, una esfera nace.
No hay calendario que marque diciembre: la Navidad aquí es permanente, un oficio que se hereda, un brillo que se sopla a mano y que ha convertido a este rincón michoacano en el corazón artesanal de la temporada más luminosa del año.

Desde el 3 de octubre y hasta el 17 de diciembre, el Pueblo Mágico celebra la 26ª edición de la Feria de la Esfera, una tradición que reúne a más de 450 talleres familiares y a miles de visitantes que llegan atraídos por los destellos, los diseños y la calidez de sus calles empedradas.

Las manos de Tlalpujahua, jóvenes y mayores, mujeres y hombres que aprendieron el oficio entre hornos y pigmentos, dan forma a más de 30 millones de piezas cada año, muchas de ellas exportadas a Estados Unidos, Canadá y Europa. En conjunto, la producción de esferas representa más del 70 por ciento de la economía local y genera empleo directo para al menos dos mil artesanos.

Lo que comenzó como una pequeña iniciativa en los años noventa hoy atrae a más de 700 mil visitantes anuales y deja una derrama económica que rebasa los 200 millones de pesos, según estimaciones de la Secretaría de Turismo estatal. Pero más allá de las cifras, lo que mantiene viva la tradición es el espíritu comunitario: en Tlalpujahua, cada taller es una extensión del hogar, y cada esfera, un retrato de la memoria colectiva del pueblo.

Caminar por el auditorio municipal o por las calles donde se exhiben miles de piezas es recorrer un universo de formas y símbolos.
Hay esferas clásicas bañadas en dorado y plata, otras con personajes contemporáneos, desde Gokú hasta el Grinch, figuras de unicornios, flores, mensajes y oraciones. Cada una, más que un adorno, es una obra de resistencia cultural frente a la producción masiva: un recordatorio de que la belleza sigue naciendo del pulso humano.

La feria también se entrelaza con el alma del turismo michoacano. En torno a la temporada, la Secretaría de Turismo estatal impulsa una ruta que conecta el Santuario del Carmen, la Mina Dos Estrellas, los talleres de cerería y cantería, y la Casa de la Conserva Tres Generaciones, espacios que mantienen viva la identidad de un pueblo que respira entre historia y artesanía.


Los visitantes pueden recorrer estos sitios mientras la feria ofrece conciertos, presentaciones de danza y muestras gastronómicas que integran productos locales, como conservas, miel y pan artesanal.

A lo largo del año, mientras en otros lugares las luces se apagan, en Tlalpujahua los talleres siguen encendidos. El oficio no se detiene con el fin de la temporada: las familias continúan diseñando, pintando y empaquetando esferas para el mercado internacional, consolidando al municipio como líder nacional en producción artesanal de ornamentos navideños. Porque aquí, en este rincón de la sierra, la Navidad no es una fecha: es una forma de vida.

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