La tensión en Oriente Próximo se ha intensificado tras el reciente bombardeo israelí sobre objetivos civiles y militares en Irán, lo que ha provocado una escalada de violencia y generado temor a una posible intervención militar de Estados Unidos.

El presidente Donald Trump no ha descartado un ataque directo, pese a que Teherán propuso una reunión en la Casa Blanca para discutir el programa nuclear iraní.

Aunque Trump dijo que “no es demasiado tarde” para el diálogo, calificó al gobierno iraní como “un matón de patio de colegio” y dejó en el aire una posible acción militar.

Las acusaciones de Israel sobre los presuntos preparativos de Irán para fabricar armamento nuclear, usando uranio enriquecido escondido en la planta subterránea de Fordow, han elevado aún más la preocupación internacional.

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Según el gobierno israelí, esta instalación está protegida dentro de una montaña al norte de Qom y sería casi imposible de alcanzar sin un arma especializada.

Estados Unidos cuenta con la “Massive Ordnance Penetrator” (MOP GBU-57), una bomba de más de 13 toneladas capaz de penetrar más de 60 metros bajo tierra, diseñada para destruir este tipo de instalaciones.

Aunque su uso ha sido considerado reservado para casos como Irán o Corea del Norte, hasta ahora solo Israel tiene acceso directo a esta tecnología, y los bombarderos necesarios para su lanzamiento se encuentran en bases estadounidenses.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha redoblado la presión para que Washington actúe, mientras Trump continúa con una postura ambigua: “Irán no puede tener armas nucleares, ¡lo he dicho una y otra vez!”, reiteró este domingo.