La falta de acuerdo entre republicanos y demócratas para aprobar financiamiento temporal ha puesto en riesgo un cierre de gobierno en Estados Unidos para la noche del martes, y la administración de Donald Trump contempla esta vez medidas inéditas: despidos masivos con efectos permanentes.

Históricamente los cierres han sido temporales, con suspensiones de pago para empleados federales y paralización de servicios como museos o parques nacionales. Pero la estrategia ahora va más allá: en lugar de suspender pagos, la Casa Blanca alista recortes definitivos en distintas agencias.

De concretarse el cierre, millones de trabajadores federales dejarían de recibir remuneraciones. Aunque algunas actividades como el Seguro Social continuarían operando, aunque con posibles retrasos, servicios esenciales como control aéreo, migración y seguridad podrían verse afectados, con agentes laborando sin salario. Los contratistas federales quedarían libres de no presentarse a trabajar.

Para evitar el apagón administrativo, el Congreso necesita aprobar una ley de financiamiento provisional (CR) o 12 leyes de gasto específicas para todo el año fiscal, pero el plazo se agota y no se vislumbran acuerdos: los republicanos y demócratas al interior del Senado han rechazado mutuamente sus propuestas.

Los esfuerzos recientes fracasaron: mientras la Cámara Baja aprobó una extensión hasta el 20 de noviembre, el Senado rechazó ese proyecto por incluir cláusulas de atención médica demandadas por los demócratas.

Trump además detuvo diálogo con líderes demócratas. En redes sociales afirmó que sus demandas “poco serias y ridículas” no ameritan reunión alguna.

Analistas advierten que la crisis podría desencadenar un ajuste del mercado tras su reciente avance y abrir oportunidades para nuevos inversionistas.