Una década sin Gustavo Cerati
evangelio | 4 septiembre, 2024

El 4 de septiembre de 2014, las esperanzas para que ocurriera un milagro se esfumaron. Un médico de nombre Gustavo Barbalece se convirtió en el emisario de la peor noticia para cualquier fan del rock latinoamericano: “Comunicamos que hoy en horas de la mañana, falleció el paciente Gustavo Cerati como consecuencia de un paro respiratorio”.

La noticia se expandió con velocidad absoluta y la tristeza invadía los corazones de miles de seguidores del argentino, con todo y que el ídolo llevaba cuatro años y medio en estado de coma, luego de un accidente cerebrovascular en un concierto realizado en Venezuela.

A los 55 años, se apagaba por completo la luz de uno de los músicos más completos en la historia del rock en español, el que primero fundó a la icónica Soda Stereo y que después fue capaz de lo que muy pocos logran: fincar una carrera en solitario exitosa, tanto como la de la banda.

Ya con las redes sociales como vías de comunicación efectivas, las condolencias llegaron por todas partes, lo mismo de la entonces presidenta de Argentina, Cristina Fernández que de Charly Alberti y Zeta Bosio: “Es un gran dolor. Se fue una de las personas que más amé en el mundo”, dijo el primero; Lamentablemente es cierto, el León dejó de luchar, gracias por lo que nos diste, genio único”, escribió el otro integrante de Soda.

Gustavo Cerati debutó en los estudios con Amor Amarillo en 1993, de ahí vino una larga pausa hasta 1999, cuando editó Bocanada, una de sus producciones más aclamadas por fans y críticos. Siempre es hoy (2002), Ahí Vamos (2006) y Fuerza Natural (2009) complementaron una discografía sólida, conceptual, contemporánea, tanto así que escuchar hoy en día cualquiera de esos álbumes huele a rock recién elaborado.

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A partir de su muerte el ser humano pasó, no podía ser de otra forma, a convertirse en un mito, ese que alguien tuvo el privilegio de ver en vivo, ese que los más jóvenes hubieran querido conocer en activo. No faltará quien asegure que lo vio siendo un crío en El Arca de Noé, un pequeño bar-cabaret de Buenos Aires donde ya tocaba covers con una banda llamada Savage. Años más tarde, junto a sus compinches de Soda dio sus primeros destellos en el Café Einstein, el Stud Free Pub, La Esquina del Sol y el Zero Bar.

La noche fatídica en Venezuela vio a un Gustavo enfundado en un elegante traje blanco, acompañado de Richard Coleman, Fernando Nalé, Anita Álvarez de Toledo, Leandro Fresco y Fernando Samalea como sus músicos de apoyo. Ese 15 de mayo tocó Lago en el cielo y minutos después vino la tragedia, el momento en que su universo entraba en una larguísima pausa.

Sobre sus andanzas en el arte se han escrito libros como Algún tiempo atrás, de Sergio Marchi; Cerati, la biografía definitiva, de Juan Morris; Conversaciones íntimas, de Gustavo Bobe y Cerati en primera persona, de Maitena Aboitiz. En todos ellos hay detalles de su vida, entrevistas, procesos creativos y secretos nunca antes revelados, como les encanta decir a los biógrafos.

El material audiovisual sobre su obra también es abundante. Ahí están los documentales Bios: Vidas que Marcaron la Tuya: Gustavo Cerati, Soda Stereo – Documental (Gira Me Verás Volver), Cosas imposibles: a 20 años de “Siempre es hoy” y Un hombre alado, que será transmitido este miércoles a las 11:00 de la noche por el Canal 22.

Con México, Cerati tuvo un amorío especial. Soda Stereo prácticamente abrió las puertas para que se escuchara rock en español en este país; a su hijo lo bautizó como Benito en referencia a Benito Juárez y ya como cereza en el pastel, se dice que De música ligera se compuso en un ensayo en Morelia, aunque también hay quien asegura que fue en Mexicali.

Aunque lo políticamente correcto es engrandecer a quien ya murió, pocos dudarán que tras la muerte de Cerati no hemos visto a un genio musical de tremenda talla en América Latina, o quizá sí, pero preferimos quedarnos con la leyenda.

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