Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, dos gigantes de la literatura del siglo XX, compartieron una estrecha amistad durante los años dorados del llamado boom latinoamericano.

Esta corriente revolucionó la narrativa en español y unió a autores clave de la región, entre ellos, los mencionados escritores.

Sin embargo, en 1976, esa relación fraternal terminó de forma abrupta y violenta durante un encuentro en Ciudad de México.

La escena quedó inmortalizada en una fotografía tomada por el reportero gráfico Rodrigo Moya, donde se observa a García Márquez con el ojo morado y una expresión de sorpresa.

El agresor fue Vargas Llosa, quien, sin previo aviso, le propinó un puñetazo en el rostro frente al público que asistía a una función en el Palacio de Bellas Artes.

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El motivo del ataque nunca fue confirmado oficialmente por ninguno de los dos autores.

Esta noticia vuelve a cobrar relevancia a propósito del fallecimiento de Mario Vargas Llosa, quien hasta el final de su vida evitó hablar del incidente.

Entre las hipótesis más difundidas se encuentra la posibilidad de que García Márquez hubiera intervenido en la vida personal de Vargas Llosa, aconsejando a su esposa durante una crisis matrimonial, lo cual habría sido interpretado como una traición.

Otra versión sugiere que sus diferencias políticas crecientes, particularmente en torno a la figura de Fidel Castro, profundizaron el distanciamiento.

A pesar de la violencia del episodio, ambos escritores continuaron sus trayectorias con éxito, evitando cualquier intento público de reconciliación.

Mientras Vargas Llosa se negó sistemáticamente a hablar del tema, García Márquez guardó la misma reserva hasta su fallecimiento en 2014.

Lo ocurrido entre ellos, más allá del golpe, quedó envuelto en un misterio que alimenta el mito literario que representan.