En un mundo acelerado, el estrés se ha convertido en un compañero constante; sin embargo, ignorar sus efectos puede tener graves consecuencias para la salud física y mental.
Cuando el estrés se vuelve crónico, es decir, persiste durante semanas o meses, el cuerpo reacciona liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina de forma sostenida: si bien estas hormonas son útiles en situaciones de emergencia, su exposición prolongada puede dañar diversos sistemas del organismo.
El estrés crónico se manifiesta de diversas maneras:
Físico: Aumento de la presión arterial y riesgo de enfermedades cardíacas, debilitamiento del sistema inmunológico, problemas digestivos como gastritis y colitis, dolores musculares y de cabeza, y alteraciones en el sueño como insomnio.
Psicológico: Ansiedad y depresión, dificultades de concentración y memoria, irritabilidad y cambios de humor, y una sensación constante de agotamiento.
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Pero, ¿cómo podemos manejar el estrés antes de que nos sobrepase?
Especialistas recomiendan:
Ejercicio regular: Libera tensiones y mejora el estado de ánimo.
Técnicas de relajación: Meditación, respiración profunda o yoga pueden ser efectivas.
Buena alimentación: Evitar el exceso de cafeína, alcohol y alimentos procesados.
Descanso adecuado: Dormir bien es fundamental para la recuperación del cuerpo.
Tiempo para actividades placenteras: Escuchar música, leer o pasar tiempo con seres queridos.
Buscar apoyo: Hablar con amigos, familiares o profesionales.
Si el estrés persiste y afecta tu calidad de vida, salud o relaciones, es importante buscar ayuda profesional.